14.05.2019 • 4 minutos
Los especialistas en formación y aprendizaje están de acuerdo: los profesores sienten una inmensa curiosidad por las ciencias cognitivas. Del mismo modo, los neurocientíficos han expresado un gran interés en las ciencias sociales y, en particular, en el campo de la educación. Para saber más sobre este tema, trataremos dos temas clave:
La neurociencia no es la disciplina mejor cualificada para prescribir los métodos de enseñanza más eficaces, mientras que la literatura científica de disciplinas híbridas como la psicología cognitiva y los estudios de campo pedagógicos muestran que las herramientas como Wooclap son de muy grande importancia para la educación. El entusiasmo de la gente por estos temas en la década de 2000 - conocida como la “Década del Cerebro” - ha causado mucha controversia. Las interpretaciones simplistas, precipitadas e incluso erróneas de los descubrimientos neurocientíficos han llevado a los llamados “neuromitos” (descubra aquí nuestros otros artículos sobre los neuromitos), por los cuales los profesores caen presos a menuda. Por lo tanto, este artículo intentará establecer qué disciplinas son relevantes para la mejora de las actividades en el aula.
Estas disputas pueden parecer puramente académicas, pero pueden tener grandes consecuencias. Por ejemplo, basándose en las neurociencias, se ha creído durante mucho tiempo que existe un período crítico para el aprendizaje durante la infancia -entre los 3 y los 10 años- que no puede comprometerse sin arriesgarse a consecuencias irreparables. Esta creencia era basada en estudios sobre el aumento de sinapsis en primates jóvenes, llamado sinaptogénesis. Como estos descubrimientos fueron transmitidos por la prensa, su interpretación superficial y bulliciosa dió lugar a la formulación de recomendaciones oficiales sobre la educación en los Estados Unidos.
Sin embargo, estas recomendaciones hicieron dos suposiciones implícitas que, de hecho, eran falsas:
En respuesta, John Bruer escribió un artículo en 1997 en el que sugería lo siguiente: « las aplicaciones educativas de la ciencia del cerebro pueden llegar con el tiempo, pero por ahora la neurociencia tiene poco que ofrecer a los profesores en términos de informarles sobre las prácticas en el aula. Existe, sin embargo, una ciencia aplicada de la mente, la ciencia cognitiva, que puede servir como ciencia básica para el desarrollo de una ciencia aplicada del aprendizaje y la instrucción ». En otras palabras, Bruer propuso salvar la brecha entre la educación y la neurociencia a través de dos pasajes intermedios.
El primero es el vínculo entre la cognición y la enseñanza: este campo, llamado psicología cognitiva, existe desde hace décadas. Por ejemplo, ¿cuáles son los fundamentos cognitivos del aprendizaje de la aritmética al comienzo de la escuela primaria y cómo puede ser más eficaz? Esta disciplina no está necesariamente interesada en la estructura del cerebro, pero intenta descubrir los procesos mentales que subyacen al comportamiento observado. Por ejemplo, el aprendizaje de la lectura y la escritura, y el aprendizaje de las matemáticas y las ciencias, están dentro del ámbito de dichos estudios.
El segundo “puente” de Bruer se supone que vincula la cognición con los circuitos neuronales. Utilizando tanto modelos cognitivos como métodos de imágenes cerebrales, este campo se encontraría en el límite entre las ciencias biológicas y las conductuales.
En un artículo de 2016, Bruer volvió a tratar este tema. Entre sus conclusiones, confirmó su intuición de hace 20 años: la conexión más prometedora entre la investigación “fundamental” y la “aplicada” reside sin duda en una rama de la psicología llamada ahora neuroeducación o “neuroaprendizaje”. Sin embargo, para reforzar esta conexión, tendremos que esperar a que se obtengan más resultados neurocientíficos relacionados con los seres humanos en lugar de con los animales, como ocurre actualmente. Vale la pena señalar que puede ser que la neurociencia por sí sola nunca tenga poder de prescripción (qué hacer y cómo hacerlo) en la educación. En las palabras de los investigadores Horvath y Donoghue: “sería como tratar de predecir la evolución de una colonia de hormigas a partir del comportamiento de un solo individuo”.
Mientras tanto, gracias a sus pruebas de campo, la investigación educativa es la más adecuada para liderar las técnicas de aprendizaje, que, si se aplican correctamente, pueden añadir un valor real al aula. En los siguientes artículos, le daremos ejemplos de ello.
Autor
Florian Zenoni
Florian es un Data Scientist y editor de Wooclap
Tema
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