28.04.2022 • 3 minutos
Las ciencias cognitivas aparecieron a mediados de los años 50 y se centran en entender la forma en la que el cerebro adquiere y transmite información.
Stanislas Dehaene es profesor de universidad en Francia y una de las figuras más eminentes en este campo. Como psicólogo cognitivista y neurocientífico, Stanislas se ha centrado principalmente en el estudio de los factores que favorecen un correcto aprendizaje: atención, participación activa, revisión a partir del error y consolidación. Estos cuatro elementos constituyen lo que se conoce como “los cuatro pilares del aprendizaje”.
Es imposible aprender si no se presta atención: este es el primer principio de un correcto aprendizaje según Stanislas Dehaene.
En la práctica, el profesor tiene que estar dispuesto a captar la atención del alumnado. Por ejemplo, mediante preguntas, modulando el tono de su voz, fomentando la interacción… Pero eso no es todo, también se trata de explicar claramente a qué se debe prestar atención, priorizar la información y repetir lo más importante.
Esto se debe a que la atención es selectiva: funciona como un filtro que retiene cierta información mientras deja pasar otra.
Para comprobarlo, basta con ver algún vídeo que ponga a prueba nuestra capacidad de atención, como este de contar el número de pases que hacen unos jugadores de baloncesto o este de encontrar al culpable de un crimen al estilo Cluedo.
Para retener lo que se acaba de aprender, no basta con escuchar al profesor: es mejor hacer preguntas, plantear hipótesis y, si es posible, llevarlo a la práctica para tratar de entender realmente lo que se dice.
De hecho, Stanislas Dehaene explica que no hay nada que sustituya a este esfuerzo intelectual para afianzar el conocimiento en nuestro cerebro y nuestra memoria. En este sentido, un método de enseñanza activo contribuye a un aprendizaje eficaz.
¡Un error lo tiene cualquiera! Stanislas Dehaene afirma que tener errores puede ser beneficioso si entendemos el motivo que ha conducido a cometerlos. Después de todo, rectificar es de sabios.
De ahí la importancia de esta revisión o feedback, como se suele decir en inglés, para encontrar los errores y corregirlos. Esta revisión debe ser constructiva, por lo que se debe animar al alumnado a mejorar y nunca debe ser objeto de burla o reproche por sus fallos.
Aunque esta observación no es realmente nueva, el neurocientífico destaca el proceso de repetición mediante el que funciona nuestro cerebro: hacemos una predicción y el error revela una discrepancia entre esta predicción y la realidad, lo cual nos lleva a corregirnos y hacer una nueva predicción.
Son estos ajustes sucesivos los que promueven el aprendizaje.
Memorizar nuevos conocimientos o adquirir nuevas habilidades es solo el primer paso: para que este sea sostenible, el aprendizaje debe consolidarse y dar lugar a una actividad automática, casi inconsciente.
Ya sea para aprender a contar, a leer con fluidez o a conducir un coche, el cerebro debe repetir los mecanismos que conducen a este aprendizaje muchísimas veces hasta que lo domine de verdad. Stanislas Dehaene también señala que el sueño desempeña un papel esencial en este proceso.
Así, poco a poco, el esfuerzo va disminuyendo y se transforma en rutina. Esto libera espacio en el cerebro para aprender cosas nuevas.
Eche un vistazo a la entrevista a Stanislas Dehaene sobre los fundamentos del aprendizaje desde el punto de vista de la neurociencia.
También puede consultar su libro ¿Cómo aprendemos?: los cuatro pilares con los que la educación puede potenciar los talentos de nuestro cerebro (Siglo veintiuno editores, 2019).
Autor
El equipo Wooclap
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