02.01.2025 • 3 minutos
¿Quiere que la clase sea animada y le apetece probar actividades interactivas, pero el miedo al cambio, la dificultad de ponerlas en marcha o incluso la barrera tecnológica se lo impiden?
Wooclap está aquí para ayudarle. Y es que las soluciones siempre existen: solamente hay que mirar el problema desde el lado correcto y trabajar en el orden adecuado. Por eso, le vamos a explicar todo lo que necesita saber para montar una actividad interactiva en el aula y motivar a los alumnos.
Según los investigadores Lise Chovino y Français Dallaire, la interactividad es “el proceso de comunicación recíproca entre el formador y el alumno o entre los propios alumnos”. También “se define por el uso de tecnologías que permiten la retroalimentación”.
La interactividad, por tanto, invita a los alumnos a ser actores y no espectadores de una clase, y a implicarse en el proceso de aprendizaje. En la sociedad digital actual, en la que las redes sociales y los videojuegos ofrecen distracciones constantes. Se trata de una forma de compromiso bienvenida para ayudar a los alumnos a no perder la concentración y seguir aprendiendo.
Los trabajos de investigación (incluido el de L. Chovino et F. Dallaire citados anteriormente) demuestran que la interactividad ofrece muchas ventajas:
¿Quiere empezar? Aquí tiene algunos consejos sobre cómo empezar a poner en marcha, y con éxito, actividades interactivas en el aula y cómo avanzar en el camino hacia la interacción.
Para probar la interacción, no hay nada como empezar por una actividad icebreaker e iniciar así una clase de forma dinámica y divertida.
Puede empezar con una pregunta rompehielos sencilla, pero original, como por ejemplo, “¿Qué es lo más raro que ha comido?”, para que los alumnos se pongan a hablar y reforzar a la vez su confianza. También puede utilizar juegos cortos, como los aviones de papel, para poner en marcha la actividad.
Pida a cada alumno que escriba una pregunta de la lección anterior en un trozo de papel, que luego doblará en forma de avión. A continuación, lanzan el avión por el aula para que otro alumno lo coja. A continuación, cada alumno escucha la respuesta de su compañero a su pregunta. Una buena manera de recordar la última lección.
Los cuestionarios son una buena forma de comprobar el aprendizaje y los conocimientos de los alumnos. Los cuestionarios pueden hacerse al principio de la clase, para repasar los puntos que han quedado pendientes, o al final.
Crear un cuestionario utilizando una herramienta digital ayuda a que el cuestionario sea interactivo, mostrando al público las respuestas de los demás. Utilice Wooclap para crear un QCM Cuestionario de Respuesta Múltiple con imágenes sobre la fauna de Asia, y muestre las respuestas de los alumnos en directo para que pueda corregirlas juntos.
Esto hace que el aprendizaje a distancia sea divertido y eficaz.
Las encuestas son una buena forma de pedir la opinión de los alumnos: resultan especialmente adecuadas para comparar sus puntos de vista. Gracias a una herramienta adecuada, puede guiar a los alumnos a través de esta presentación interactiva, para proporcionar un marco y un apoyo.
Ejemplo: Encuesta sobre la percepción de un personaje
Tras la lectura de un texto, utilice la herramienta colaborativa para crear una encuesta con la pregunta: “¿Qué le ha parecido el protagonista?”. A continuación, puede proponer varias respuestas, sobre todo para orientar a los alumnos más silenciosos, deje que cada uno vote y luego pídales que expliquen su elección.
La lluvia de ideas es una herramienta perfecta para poner en común ideas y hacer que los alumnos trabajen juntos. De este modo, se implican más en su aprendizaje.
Ejemplo: Lluvia de ideas sobre una imagen
Durante una clase de historia del arte o de análisis de imágenes, proyecte un cuadro o una fotografía. En Wooclap, la pregunta brainstorming permite sugerir varias interpretaciones posibles de la imagen. A continuación, cada alumno (o grupo de alumnos) debe elegir una interpretación y añadir sus propios comentarios.
Al final, se ponen en común las respuestas, se muestran en una pantalla y se debaten los comentarios de cada persona.
Ejemplo con Nighthawks, de Edward Hopper.
Hacer que los alumnos trabajen en pequeños grupos les da la oportunidad de interactuar con sus compañeros y comparar puntos de vista. Elegir un grupo de tamaño adecuado (en parejas, o con un máximo de 4 o 5 personas) también permite al profesor limitar la pasividad de los alumnos: todos tienen un papel que desempeñar en el grupo.
Ejemplo: sillas filosóficas
Ideal para asignaturas que invitan al debate, en clases de filosofía, educación cívica o historia, por ejemplo, esta actividad anima a los alumnos a reflexionar sobre sus opiniones y a defenderlas.
El profesor hace una afirmación y pregunta a los alumnos si están de acuerdo o en desacuerdo (por ejemplo, no todas las culturas son iguales). En función de sus respuestas, se pide a los alumnos que se muevan a un lado u otro de la sala.
Una vez se han creado los grupos, se pueden formar parejas, con las sillas enfrentadas, para animar a los alumnos a hablar entre ellos. También se les puede pedir que expliquen su punto de vista directamente al grupo (si los alumnos están acostumbrados a esta práctica).
Autor
El equipo Wooclap
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